UPCOMING CONCERTS & EVENTS

Tercera temporada 2025 - OFJ
Tercera temporada 2025 Program 5
Tercera temporada 2025
Thursday, November 13, 2025
20:30 hrs. Teatro Degollado
Sunday, November 16, 2025
12:30 hrs. Teatro Degollado
Locations Price
General $ 0
EVENT DESCRIPTION

Programa 5

 

Orquesta Filarmónica de Jalisco 

José Luis Castillo director artístico

Coro Municipal de Zapopan

Pilar Gómez directora coral

Luz Valeria Viveros soprano*

Carlos López baritono

Kay Pérez video

 

Arthur Honegger | Pacific 231    

Erik Satie | Cinéma, entreacto sinfónico de Relâche 

Gabriel Fauré | Requiem

 

*Residente del PRAGEI en el Estudio de Opera de Bellas Artes 

Jueves 13, 20:30 h

Domingo 16, 12:30 h

Noviembre, Teatro Degollado


Boletos desde 100 pesos en taquillas del teatro y boletomovil.com

 

 

NOTAS AL PROGRAMA

 

 Arthur Honegger 

 Pacific 231    

 “Siempre me han apasionado las locomotoras. Para mí son seres vivos y las amo como otros aman a las mujeres o a los caballos”, expresó alguna vez Arthur Honegger, revelando lo que, en apariencia, dio origen a su obra Pacific 231 de 1923.

 

La 231 era una locomotora construida para soportar peso y alcanzar velocidad, indispensable en la década de 1920, cuando el arte exaltó la potencia de las máquinas. Tal como sucedió con Honegger y su obra Movimiento sinfónico que, tras ajustar el nombre, se convirtió en Pacific 231. Pero, lejos de representar una máquina, la pieza aludía —según el compositor— al funcionamiento de sus ejes y a la exploración rítmica de la música.

 

El título, sin embargo, terminó por fijar el imaginario del tren y su dinamismo, dando origen a dos películas mudas basadas en la obra: la primera, dirigida en 1931 por Mikhail Tsekhanovsky, donde muestra una locomotora superpuesta con los movimientos de una orquesta; la segunda, de Jean Mitry, recrea visualmente el trayecto ferroviario.

 

En este programa se presenta un montaje libre que invierte la relación tradicional entre música e imagen: en lugar de acompañar una película ya existente, la obra de Honegger se convierte en el punto de partida visual. El montaje, realizado por Kay Pérez, toma como base La rueda de Abel Gance, película silente de 1923 para la cual Honegger compuso la música.

 

Centrada en la vida de un maquinista, esta cinta de casi siete horas incluye escenas de locomotoras y movimiento continuo que, posiblemente, permanecieron en la memoria del compositor y reaparecieron en su imaginario de Pacific 231. En este concierto, la obra de Honegger da lugar a una nueva creación audiovisual que refleja el vínculo del compositor con el universo mecánico y su particular fascinación por las locomotoras.

 

 Erik Satie

 Cinéma, entreacto sinfónico de Relâche 

 La década de 1920 en Francia no solo estuvo marcada por el avance industrial, sino también por la diversidad de movimientos culturales, entre ellos el dadaísmo, asociado al azar, el caos y la oposición al orden establecido. El nombre del movimiento fue elegido precisamente al azar por Tristan Tzara al abrir un diccionario. Esta corriente, que buscaba escandalizar a la burguesía y cuestionar los valores sociales preestablecidos, dio origen al ballet Relâche —término que en francés se utiliza en los carteles teatrales para indicar la cancelación de una función o el cierre del recinto—.

 

Francis Picabia creó este ballet en 1924, con música de Erik Satie. La obra se apartaba de la estructura tradicional del ballet, pues incluía un intermedio cinematográfico dirigido por el escritor y cineasta René Clair. En ese fragmento se advierten los avances técnicos del cine silente: la superposición de imágenes y la alteración del movimiento —en retroceso o en cámara lenta—. En la primera secuencia aparecen Picabia y el propio Satie con un cañón. Más adelante vemos a Marcel Duchamp y Man Ray jugando ajedrez, con interludios de la bailarina Inger Frïis, en una toma reveladora por debajo del tutú.

 

El juego y lo absurdo también se manifiestan en la música que Satie compuso para el entreacto, que posteriormente llamó Cinéma: una partitura ligera y rítmica que acompaña escenas urbanas y culmina con un cortejo fúnebre cuyo féretro, arrastrado por un dromedario, atraviesa las calles parisinas seguido de una multitud y de imágenes superpuestas, entre ellas una montaña rusa. La solemnidad del momento, pronto se convierte en chiste y en una carrera que nos conducirá a un desenlace inesperado.

 

 Gabriel Fauré

 Requiem

  

Gabriel Fauré ingresó a los nueve años a la Escuela Niedermeyer de París, para formarse en música sacra, con la expectativa de convertirse en maestro de coro y organista. Entre sus profesores estuvo Camille Saint-Saëns, quien lo alentó a componer. Sus primeras obras fueron canciones, música sacra y piezas para piano. Durante la guerra franco-prusiana de 1870, Fauré se unió al ejército y recibió una condecoración militar, aunque la experiencia lo marcó profundamente.

 

Aquellas vivencias de Fauré durante la guerra, y su estrecha relación con la música sacra, marcaron un modo particular de concebir la muerte y de reflejarla en su Requiem, compuesto entre 1887 y 1890. “Todo lo que logré alimentar en forma de ilusión religiosa lo vertí en mi Requiem, el cual, además, está dominado de principio a fin por un sentimiento profundamente humano de fe en el descanso eterno”, afirmó el compositor sobre una de sus obras más conocidas.

 

La primera versión, estrenada en 1888 en la Madeleine, incluía cinco movimientos; luego añadió el Libera me y el Offertoire. Esta segunda versión, para solistas, coro, órgano y conjunto de cámara ampliado, se estrenó en 1893, nuevamente en la Madeleine bajo su dirección. En aquel momento, las autoridades eclesiásticas no permitían la participación de mujeres cantantes. Pero, cuando la obra comenzó a interpretarse en salas de concierto, libres de las restricciones litúrgicas, Fauré prefirió voces femeninas para destacar algunas partes corales y el solo del Pie Jesu. Entre 1899 y 1900 la obra se adaptó para orquesta completa, versión que se fue interpretada en el funeral del compositor en 1924.

 

A diferencia de otros réquiems cuya furia del Dies irae infunde temor por el momento final, el de Fauré lo omite y nos presenta a la muerte como una “feliz liberación, una aspiración hacia la dicha celestial, más que una experiencia dolorosa”.

 

Notas: Montserrat Pérez-Lima