20:30 hrs. Teatro Degollado
12:30 hrs. Teatro Degollado
| Locations | Price |
| General | $ 0 |
Programa 8
Orquesta Filarmónica de Jalisco
Catherine Larsen-Maguire directora invitada
Luigi Borzillo piano
Dorothy Howell | Lamia
Edvard Grieg | Concierto para piano en la menor
Ralph Vaughan Williams | Sinfonía núm. 2
Jueves 4, 20:30 h
Domingo 7, 12:30 h
Diciembre, Teatro Degollado
Boletos desde 100 pesos en taquillas del teatro y boletomovil.com
NOTAS AL PROGRAMA
Dorothy Howell
Lamia
Nacida en Birmingham a finales del siglo XIX, Dorothy Howell estudió piano, como era usual en la época. Sin embargo, Howell provenía de una familia “musical”, que organizaba sesiones en las que los seis hermanos interpretaban distintos instrumentos de cuerda. Dorothy adolescente prefería la música que asistir a la escuela y en 1914 ingresó a la Real Academia de Música de Londres, donde estudió piano, violín y composición.
En 1919, a los 21 años, Howell debutó en los Promenade Concerts de la BBC, conocidos como Proms. Este formato de conciertos “relajados”, aún vigente en Londres, impulsó la carrera de la joven compositora con su obra Lamia. El éxito fue tal que se presentó en los Proms de ese año y de los dos siguientes, así como en 1926.
Lamia es un poema sinfónico basado en el texto homónimo de John Keats, que narra las desventuras de la joven Lamia, convertida en serpiente. Aunque ayuda a Hermes a encontrar a la ninfa de sus sueños, ella no obtiene la misma dicha: tras recuperar su forma humana y conquistar el amor de Lycius, antes de la boda vuelve a transformarse en serpiente, abandonando a su amado, que muere. Ese amor imposible se recrea musicalmente desde las primeras notas, que serpentean y presentan a la joven, su mágica transformación, su enamoramiento y pasión desbordante, los momentos previos a la boda y el oscuro desenlace.
Edvard Grieg
Concierto para piano en la menor
El Concierto para piano en la menor de Edvard Grieg está asociado con un periodo feliz en la vida del compositor noruego. En 1867 contrajo matrimonio con la soprano Nina Hagerup, su prima y frecuente colaboradora en recitales de cámara. Al año siguiente nació su hija Alexandra, y entonces compuso su único concierto para piano. El estreno tuvo lugar en 1869 y fue bien recibido por la crítica noruega, que lo relacionó con un sentimiento nacionalista.
A principios de 1870, en Roma, Grieg conoció a Franz Liszt, a quien mostró la partitura del concierto y obtuvo su aprobación. Sin embargo, nunca quedó satisfecho con la obra y continuó revisándola hasta su muerte. Pese a las reservas de Grieg, este concierto sigue siendo una de las obras más populares del repertorio pianístico.
El redoble inicial del timbal y los acordes del piano marcan una de las entradas más reconocibles del género. Tras la fanfarria, los alientos exponen el tema principal, retomado luego por el piano en un discurso de gran brillantez. Un segundo tema contrasta con pasajes más líricos y expansivos, cuyo virtuosismo fue elogiado por Liszt.
El segundo movimiento, Adagio, ofrece un momento de serenidad que mantiene el protagonismo del piano. El tercero, basado en la danza tradicional halling, introduce un ritmo vivo y acentuado, propio de las regiones rurales de Noruega. Entre su energía aparece un breve interludio, anunciado por la flauta, que conduce a una cadenza del piano antes del regreso triunfal de la danza.
Ralph Vaughan Williams
Sinfonía núm. 2, Una sinfonía de Londres
Tras el éxito de la Sinfonía del mar de 1909, Ralph Vaughan Williams decidió comenzar su segunda sinfonía. A sugerencia de su amigo y compositor George Butterworth, ahora no utilizaría voces, sería una obra puramente instrumental. Así fue cómo, entre 1912 y 1913, escribió la que se convertiría en su segunda obra sinfónica y que llevaría el nombre A London Symphony. La obra se estrenó en 1914, pero fue objeto de constante revisiones hasta la versión final de 1936, dedicada a la memoria de Butterworth, quien murió en combate durante la Primera Guerra Mundial.
A pesar de su título, Vaughan Williams insistió en que no se trataba de una obra programática, sino de una impresión general de Londres: las alusiones a sonidos urbanos —como las campanas del Big Ben, los pregones callejeros o el bullicio del tráfico— funcionan más como evocaciones que como representaciones literales.
A pesar de ello, es inevitable no relacionar el primer movimiento con el despertar de la ciudad, con su vitalidad y constante movimiento. El segundo ha sido asociado con Bloomsbury Square en una tarde de otoño, aunque su carácter introspectivo y melancólico trasciende cualquier ubicación concreta. El Scherzo evoca una escena nocturna en Westminster, donde los reflejos del río y las luces lejanas se transmutan en la textura orquestal. El cuarto movimiento introduce una marcha solemne; hacia el cierre, un eco del primer movimiento reaparece y conduce al final, sereno como el cerrar y abrir de un ciclo infinito.
Notas: Montserrat Pérez-Lima